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Lo que el cómic debe al cine, éste se lo está cobrando con creces con tanta adaptación. En este número proponemos un juego de cine-ficción (valga la redundancia). Se trata de imaginar qué director y reparto serían los idóneos para convertir en celuloide los siguientes títulos. Se admiten todas las discrepancias posibles, pero eso sí, antes hay que leérselos…

La educación de Hopey Glass. Profetas de la Norteamérica más psicotrónica no han faltado desde todos los frentes. Pero el más avezado profanador de tumbas del buen gusto que poblaban los videoclubes, es sin duda Tarantino. Su termomix de referencias entroncaría gustoso con el de Jaime Hernández y su hermano Beto, que con Hopey Glass y su mundo: nos ofrece un relato que zigzaguea con elegancia underground por ese lado salvaje del sueño americano que tan bien declamaba Lou Reed. El resultado sería un festín de excesos cinematográficos que una siempre impecable Natalie Portman, un inquietante Johnny Deep, o la reina de la serie B, Tura Satana, sabrían convertir en todo un clásico pop.

Como todo el mundo. Trueba lo nombró Dios al recoger su oscar por Belle Epoque, y Wilder sería el Dios idóneo para el universo que nos retrata este cómic francés. Con su infinita compresión para las debilidades humanas, Wilder nos ofrecería una obra tan cínica y tierna como El apartamento o Irma la dulce. Uno de sus actores fetiche Walter Matthau como presidente de la República Francesa, Adrien Brody como el confundido protagonista de esta crónica de vanidades, y Uma Thurman como la única y resbaladiza esperanza para aliviar la amargura que fluye por las costuras de este agridulce y certero vodevil. La comedia humana hecha viñetas.

Monster. Para este thriller genial sólo cabía elegir al insuperable mago del suspense: Sir Alfred Hitchcock. Y aunque sea de origen japonés ambientado en Alemania, nos atrevemos a elegir un reparto de lo más británico. Como protagonista la versatilidad del talentoso Ewan McGregor, y la mirada turbia de Jude Law para encarnar a su oponente. El reparto sería amplio y nutrido, pero como el espacio manda, sólo un último fichaje aprovechando que en esta producción no nos importa el tiempo, ni la muerte: la mismísima Bette Davis como la rencorosa exnovia del protagonista. Y ahora, a ver quién es el guapo que se resiste a leer hasta el final una vez iniciado el primer tomo…

Mi pequeño. Para terminar, un viaje a los brazos de la inconsciencia. Como si Little Nemo nos llevase de la mano a su mundo de sueños; la obra del belga Olivier Schrauwen nos transporta a un mundo extraño y fascinante del que sólo cineastas como Tim Burton, o el finalmente elegido David Lynch, sabrían exprimir todo el jugo surrealista que nos propone una historia,
para la que no cabe mejor plantel que: la regia figura de Vincent Price como el padre, y el inquietante niño prodigio de
El sexto sentido, como el pequeño ser objeto de sus desvelos. Y ahora señores, hagan sus apuestas… |
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